Hoy iniciamos una nueva sección de críticas que inaugura Quique Ibáñez, colega y compañero, que mira la vida con un espíritu inquisitivo muy de agradecer en estos falsos días de vino y rosas que nos ha tocado vivir, donde nada es lo que parece ni nada parece lo que es. Disfrutadlo.
El complejo acto de escuchar una canción tiene mucho más de paranoico de lo que normalmente solemos creer. Esto es tan cierto como misterioso es el proceso de audición, con esos pelotazos de música que de forma enmascarada se introducen en nuestros oídos, para iniciar allí su mestizaje con otras formas de sensación. Evidentemente, cuando oímos algo lo que fundamentalmente nos atraerá, lo que hará que giremos dulcemente nuestro cuello, será la base musical, la melodía, el ritmo… la música, desnuda y escrita con letras mayúsculas, que se erigirá, o no, en perseguidora sutil de nuestra atención. Pero, ¿qué ocurre con los gestos de articulación?, ¿de qué van esos residuos de voz que acompañan a esa superestructura fundamental? Bueno, si las canciones son cantadas en inglés –por ejemplo-, nuestro problema es mínimo, ya que en ese caso gozamos de toda la libertad para movernos a oscuras por todas las historias que no ocurrieron jamás; además no se producen ofensas al gusto en cuanto a la selección y combinación de las palabras, esas pobres criaturas que para nada son culpables del mal uso que algunas personas frívolas hacen de ellas, personas que acuden al lenguaje como aquel que abre la nevera sin saber exactamente qué quiere, coge cualquier cosa sin interés y así entretiene burdamente a su estómago. El hecho cambia por completo cuando oímos cantar en español. Nos resistimos a escuchar la historia de forma natural, quizá porque no nos la cuentan-cantan naturalmente, quizá también porque tendemos a repeler como vulgares y mal construidos los sintagmas escogidos. Independientemente de nuestra actitud, provocada por el hábito, los golpes de voz en español son entes de significación primaria que la mayoría de las veces imponen a sangre fría un sentido único. Al quitarnos la gustosa ambigüedad de la imaginación, adquirimos, a cambio, el derecho a exigir la dignificación de nuestro lenguaje, barriendo el concepto usual de hacer letras. No se trata de ser escritor antes que músico, pero nada más aterrador que perder la capacidad de sonrojarse. No entiendo cómo alguien puede escribir “… quiero correr en libertad/ quiero llorar de felicidad…”, y después irse tranquilamente a la cama, a dormir, con la sensación, supongo, de haber cumplido con su deber. Por todo esto aplaudo a los autores que muestran una mínima preocupación por lo que cuentan y cómo lo hacen: por el lenguaje. Aplaudo a quien se detiene a observar el sabor que las palabras sabias pueden ofrecernos. Ahí tenemos a Santiago Auserón en su versión Juan Perro, Al sur huyen del suelo las raíces/Detrás de un río de ruidosa plata/Mojan su pico en sangre las perdices/De los amores que esta tierra mata (Esta tierra no tiene corazón, MR.HAMBRE, el texto íntegro de esta canción podría constituir una extraña alegoría de los orígenes de esta tierra que pisamos). También recuerdo aquella excitante frase de “El último de la fila” (el de la primera época, claro),…palabras que son cansancio/voy a inventar un lenguaje nuevo para ti…, que de forma tan sencilla transforma en singular placer todo el dolor lingüístico. Aquí se comienza a divisar ya la magia.
Por estas razones, tan personales, pido a los grupos que cantan en español que, aunque sea de reojo, permitan asomar a lo privado cuando la palabra también tiene algo que decir.
Ahí tenéis Esta tierra no tiene corazón, en su versión más desnuda, sólo guitarras y voz.
Los versos:
Ay de aquel que atraviesa, forasteroLa frontera del sueño en esta tierraQue siempre estuvo en guerra, forasteroEsta tierra no tiene corazónLa guardan por el norte diez colinasVigías en la niebla de ojo fríoAllá los frutos cubren con espinasUn misterioso corazón vacíoAl sur huyen del suelo las raícesDetrás de un río de ruidosa plataMojan su pico en sangre las perdicesDe los amores que esta tierra mataAy de aquel que atraviesa, forasteroLa frontera del sueño en esta tierraQue siempre estuvo en guerra, forasteroEsta tierra no tiene corazónAurora temerosa que en el cienoFue sujeta por rudos cazadoresNana rabiosa, madre cuyo senoAlimentó mentiras y rencoresLa mirada sus hijos escondieronPor solares perdidos y desiertosY en lunáticos juegos aprendieronA contar con los huesos de los muertos
Tags: auseron juanperro lahuellasonora música
preferiria no hacerlo…
Me parece muy interesante el artículo señor Kike. Eres un genio en el ámbito literario y explicas super bien, sigue así que llegarás aún más lejos de lo que estás. Bueno, que sepas que los reyes no existen y que son tus padres, jajajaja!!! Un abrazo y te esperamos para irnos de marcha en fin de curso.
[…] This post was mentioned on Twitter by Musikawa and Antonio J. Calvillo , Joaquín Revuelta. Joaquín Revuelta said: Palabras que son cansancio http://bit.ly/bgUkI9 #grupos […]
Simplemente me ha encantado…he quedado alucinada con la forma con la que te expresas y como dejas claro todo con tan pocas palabras. Ojala yo me puedad llagr a expresar de esa forma…
Admirable, magnifico, soberbio, inaudito, maravilloso; podria tirarme asi un buen rato, dia y noche. Yo, que desde los 12 años de vida, ya empezaba a sacarle las primeras armonias musicales a una guitarra española que mi padre me compro cuando era pequeño un dia de reyes, y que de aprendiz me considero de las mirificas letras de joaquin sabina y de los atribulados poemas de Pablo neruda, e de decirle que entiendo perfectamente su pensamiento, su idea. Yo que escribo canciones, y algun que otro poemilla «cantautoril» (solo cuendo mi capacidad inspiradora y mi mente opacada me lo permite), e de decirle que si usted aplaude a esos autores que escriben para decir algo al mundo, yo he de de aplaudirte a ti, por tal magnifico reportaje.
Gracias Miguel. Haremos llegar tu comentario al autor